Un saco de huesos by King Stephen

Un saco de huesos by King Stephen

Author:King, Stephen [King, Stephen]
Format: epub
Publisher: Unknown
Published: 2009-12-13T02:58:44+00:00


R.

cayó cuesta abajo-. Puede cambiar de objetivos, pero no pierde. El que tenía aspecto de

perdedor esta noche era usted, señor Noonan, pataleando y gritando en el lago. Estaba asustado, ¿verdad?-Sí, mucho. -Tenía razones para estarlo. Me pregunto si es consciente de la suerte que tuvo. -¿Me permite que le diga una cosa?-Desde luego, Mike... ¿Puedo llamarle Mike?-Prefiero que siga con el señor Noonan. Ahora bien, ¿me escucha?-Con la respiración contenida. -Su jefe es viejo, está loco, y si ya ha dejado atrás los tiempos en que podía rellenar con

eficacia una quiniela, es poco probable que consiga ganar un juicio de custodia. Ya estaba vencido la semana pasada. -¿Quiere hacer alguna propuesta?

-Sí, así que escuche con atención: si cualquiera de los dos vuelve a intentar algo remotamente parecido a lo de esta noche, iré a buscar a ese viejo de mierda y le meteré la mascarilla de oxígeno manchada de mocos en el culo, tan profundamente que podrá ventilarse los pulmones desde abajo. Y si me la encuentro a usted en la Calle, señora Whitmore, la usaré de proyectil en un lanzamiento de bala. ¿Me ha entendido?

Yo estaba agitado, asombrado y también disgustado conmigo mismo. Si alguien me hubiera dicho antes que era capaz de hablar de esa manera, me habría reído. Después de un largo silencio, pregunté:

-¿Señora Whitmore? ¿Sigue ahí?

-Sigo aquí -respondió ella. Yo esperaba que estuviera furiosa, pero parecía divertida-. ¿Quién está enfadado ahora, señor Noonan? -Yo -respondí- y no lo olvide, puta lanzapiedras.

-¿Cuál es su respuesta para el señor Devore?

-Acepto el trato. Yo me callo la boca, los abogados también, y él sale para siempre de la vida de Mattie y Kyra. Pero si continúa...

-Lo sé, lo sé, lo hará picadillo. Me pregunto qué pensará de esto dentro de una semana, criatura arrogante y estúpida.

Antes de que pudiera responder -iba a decirle que incluso sus mejores lanzamientos eran propios de una chica-, cortó la conversación.

Permanecí unos instantes con el auricular en la mano y luego colgué. ¿Era un truco? Por un lado parecía un truco; por otro, no. Tenía que informar de esto a John. No había dejado el núme ro de teléfono de sus padres en el contestador automático, pero Mattie lo tenía. Sin embargo, si volvía a llamarla me vería obligado a contarle lo que acababa de ocurrir. Sería mejor que no hiciera más llamadas hasta el día siguiente. Que lo consultara antes con la almohada.

Me metí la mano en el bolsillo y estuve a punto de empalarla con el cuchillo que había ocultado allí. Me había olvidado de él. Lo saqué, entré en la cocina y lo puse en el cajón. Luego saqué del otro bolsillo el aerosol, me volví para dejarlo encima del frigorífico junto a sus viejos hermanos y me detuve en seco. Dentro del círculo de imanes de frutas y verduras se leía lo siguiente:

b vertical ¿Lo había hecho yo? ¿Había estado tan abstraído, tan sumido en mi trance, que había puesto un minicrucigrama en la puerta del frigorífico y no lo recordaba? Y en tal caso, ¿qué significaba?

Puede que lo hiciera otro, pensé.



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